Víctor Gobitz,
Expresidente,
INSTITUTO DE INGENIEROS DE MINAS DEL PERÚ (IIMP)
“El país tiene un excelente ecosistema de proveedores, que hacen que invertir en minería sea atractivo a pesar del ruido político”.
¿Cuáles han sido las iniciativas más destacables del IIMP a raíz de la pandemia?
En primer lugar, propiciamos un entendimiento con el Ministerio de Energía y Minas y con el Ministerio de Salud para establecer un protocolo sanitario que permitiera al sector minero reiniciar sus operaciones con seguridad.
En segundo lugar, muchas de nuestras plataformas, como el Jueves Minero, la revista Minería, y diferentes eventos como Pro-Explo, pasaron a un formato virtual, logrando incluso una mayor difusión que de forma presencial. Ya que no fue posible celebrar PERUMIN en 2021, hicimos un Rumbo a PERUMIN virtual, cuyo contenido fue muy debatido y sirvió para mantener una opinión técnica y plural sobre la minería.
Finalmente, hemos implementado programas de relación con los jóvenes para difundir las prácticas que actualmente son el estándar global entre los profesionales. También hemos establecido una plataforma para intercambiar experiencias con las generaciones jubiladas.
¿Cómo afecta la inestabilidad política al desarrollo del sector minero?
Si bien ha habido muchos cambios políticos, esto no ha limitado el desarrollo de la industria. El sector minero peruano se encuentra en manos de empresas privadas que pueden dar a sus negocios una visión a largo plazo. Los organismos reguladores también han mantenido la estabilidad. Sin embargo, nos habría gustado avanzar más con el Estado en nuestra visión a largo plazo para el sector minero, y tener un escenario de colaboración público-privada que permita implementar planes de desarrollo territoriales.
Actualmente, el sector minero hace grandes contribuciones al país mediante sus impuestos al Estado, quien a su vez transfiere con el canon minero cifras muy significativas a la población. Debido a la incertidumbre, se ha avanzado poco en el debate para que esos fondos se utilicen de manera más eficaz.
¿Qué proyectos podrían ser las siguientes grandes inversiones?
Perú tiene un amplio portafolio de cobre. Por ejemplo, en Cajamarca se encuentran proyectos como Conga, Galeno, Michiquillay y La Granja. Sin embargo, existe el riesgo de que no avancen, debido a la falta de confluencia entre las empresas privadas y los estamentos de Gobierno. En el sur del Perú también existen proyectos destacables como Tía María y Zafranal en Arequipa, o Trapiche en Apurímac.
Creo que las cifras de inversión en operaciones brownfield seguirán aumentando gracias al favorable precio de los metales, particularmente del cobre, y a la calidad de los yacimientos en Perú. El país también tiene un excelente ecosistema de proveedores, que hacen que invertir en minería sea atractivo a pesar del ruido político.
¿Qué perspectivas tiene para el precio del cobre y del oro?
Hay una serie de factores que confluyen en precios estables al alza del cobre. El mundo cada vez es más consciente del cambio climático, por lo que está incrementando la demanda del cobre para reducir el uso de combustibles fósiles. A la vez, cada vez es más difícil desarrollar nuevos proyectos globalmente para hacer frente a esta creciente demanda.
En el caso del oro, cada vez es más complicado desarrollar proyectos de dimensiones significativas por la escasez de grandes yacimientos. Además, las nuevas vigencias ambientales, así como las regulaciones sociales y culturales pueden ralentizar el desarrollo de proyectos. Por otro lado, el precio del oro tiene un componente especulativo.
¿Cómo se están viendo afectadas las inversiones en exploración en el Perú?
La exploración júnior en Perú se ha retraído, primero, porque la legislación ambiental ha puesto erróneamente a la exploración en el mismo saco que la actividad minera, a pesar de que esta última tiene una huella operativa e impacto ambiental mucho mayor. Esto, a su vez, ha creado una equivocada percepción social. Si esto no se resuelve, seguiremos viendo exploraciones solo en torno a minas en operación, donde la obtención de permisos es más sencilla, pero no en la búsqueda más arriesgada de nuevas áreas.
En segundo lugar, la bolsa de valores de Toronto fue hace más de una década la fuente de estos capitales de riesgo, pero llegó el cannabis, un producto menos riesgoso que la exploración minera. Por ello, las transacciones de minería júnior se han reducido, no solo en el Perú sino a nivel global. En este contexto, para que el sistema se mantenga con tendencia al alza, no nos queda más que promover la exploración y transmitir su bajo impacto ambiental.
¿Qué esperan de PERUMIN este año, tras haberse tenido que posponer el año pasado por la pandemia?
Tenemos franco optimismo en que PERUMIN 35 será un gran éxito. Tras dos años de pandemia, la gente quiere volver a reunirse, y PERUMIN es por excelencia un espacio de encuentro entre profesionales, entre empresas y proveedores, y entre autoridades y directivos de empresas. Además, será un evento destacado debido a la participación de países extranjeros como Australia, el país aliado, Alemania, Canadá, Chile, Reino Unido y Suecia.
Esperamos organizar el siguiente PERUMIN en 2023, retomando nuestra tradición de realizarlo en año impar para evitar que coincida con otros eventos mineros.