Zinc, plomo, estaño
La incertidumbre económica global frena el auge de los metales base del último año
Tras una ligera caída en la producción de zinc en el Perú en 2020, este metal, utilizado para galvanizar el acero, empezó el año 2021 de forma estelar. La producción acumulada aumentó en un 14.8% entre 2020 y 2021, y en un 9.09% entre 2019 y 2021.
El buen rendimiento del zinc ha estado estrechamente relacionado con los altos precios del metal desde finales del año pandémico. De hecho, este metal alcanzó su precio más alto en 15 años en abril de 2022, sobrepasando los US$4,000/tm, impulsado por la gran inflación en los precios de la energía, que causó grandes recortes en la producción y provocó que los consumidores tuvieran que recurrir a las reservas de inventario.
El principal contribuyente a la producción de zinc en el Perú es Antamina, que en 2021 tuvo una producción acumulada de 532,600 tm/a, lo que supone un 8.4% adicional con respecto al año anterior. Esta operación representa casi el 35% de toda la producción de zinc del país.
Las demás productoras importantes de zinc también experimentaron un crecimiento significativo en el último año. Después de Antamina, Volcan logró una producción de 200,000 tm/a de zinc, mientras que Nexa Resources ocupó el tercer lugar con 162,000 tm/a. Con estos niveles, Perú se posicionó como el segundo mayor productor de zinc del mundo en 2021 según datos del US Geological Survey, con 1.6 millones tm/a, solamente por detrás de China.
Por otro lado, la producción de plomo en el país creció en un 9.35% entre 2020 y 2021, pero sigue siendo un 14.28% inferior a los niveles de 2019. Mientras, la producción de hierro creció un 20.05% entre 2019 y 2021; la de molibdeno un 12.18%; y la de estaño, un 35%.
Con respecto al estaño, Minsur se convirtió en el segundo mayor productor mundial, después de Yunnan Tin en China. Gonzalo Quijandría, director de asuntos corporativos de Minsur, explica los motivos del buen desempeño de la firma: “Pudimos mantener la producción en los años de pandemia y combinar nuestra producción de San Rafael en Puno y la fundición de Pisco con nuestra subsidiaria Taboca de Brasil. Además, comenzó a producir nuestro proyecto B2 de reaprovechamiento de relaves, que proporcionó 5,000 toneladas de estaño en 2021”.
En el ámbito del zinc, Compañía Minera San Ignacio de Morococha (SIMSA), un productor local que ha estado explotando la mina San Vicente en el centro del Perú durante más de 50 años, tuvo un 2021 complicado debido a la baja disponibilidad de personal a causa de los contagios de la pandemia, lo que se sumó a la demora extraordinaria en obtener los permisos para el recrecimiento del depósito de relaves. Por eso, su plan de producción de 87,317 toneladas de concentrados de zinc se vio afectado por una reducción del 49.5%.
SIMSA ha estado realizando importantes inversiones para mantener y expandir la mina San Vicente. Las más importantes se están dirigiendo a la infraestructura de profundización de la mina en la zona Ayala Inferior. “Nos encontramos abocados también a iniciar una nueva área de producción que diversifique geográficamente la extracción, con lo que mejoraremos el ritmo de avance y el volumen de extracción diaria”, explica Isabel Arias, presidenta del directorio de SIMSA.
En los últimos tiempos, la compañía ha continuado con las campañas de taladros in-fill para optimizar la orientación de las labores de extracción. La minera también realizó exploraciones en la zona Ayala Norte para verificar la continuidad de la mineralización de Ayala Inferior hacia el norte del yacimiento, en profundidad. En 2022, SIMSA concluirá la segunda etapa del recrecimiento de la relavera y ya ha iniciado los estudios para un nuevo depósito de relaves.
Preguntada sobre los fundamentos del zinc, Arias afirma: “En situaciones de tanto estrés como los que vivimos hoy, es extremadamente difícil predecir los precios o las deducciones que prevalecerán en el mercado. Sin embargo, en SIMSA procuramos ser conservadores con los precios a los que proyectamos nuestros flujos de caja, siendo estos cercanos a los US$ 3,000/tm para el zinc”.
Cerro de Pasco: la ciudad que sufre el legado de la minería
En los Andes centrales, a 4,300 metros sobre el nivel del mar, la ciudad de Cerro de Pasco está construida alrededor de una mina de zinc, plomo y plata, actualmente perteneciente a Volcan (Glencore). La industria minera ha dominado esta ciudad desde que los colonizadores españoles encontraron plata por primera vez en el siglo XVII. Desde entonces, Cerro de Pasco se ha convertido en sinónimo de contaminación y daños medioambientales. De hecho, según el gobierno y varias ONG, los desechos mineros hoy afectan el suministro de agua de más de 100,000 personas. Además, muchos habitantes sufren envenenamiento por plomo como resultado de los residuos de este material en el entorno urbano, siendo los niños en particular los más afectados con enfermedades crónicas debido a la contaminación.
“A lo largo de 2022 estamos invirtiendo unos US$25 millones, lo que supone un 39% más que el año anterior. Estas inversiones están dirigidas principalmente a la exploración, al desarrollo, al sistema de bombeo y a la ampliación de relavera, que nos permitirán ampliar la vida de la mina San Vicente”.
Isabel Arias, Presidenta del Directorio, Compañía Minera San Ignacio de Morococha (SIMSA)
Ante esta situación, la empresa de gestión de recursos y minería Cerro de Pasco Resources (CDPR) se fundó en 2012 y pasó a cotizar en bolsa en 2018, con el propósito de desarrollar la concesión minera El Metalurgista, que comprende relaves mineros y pilas de acopio extraídos de la mina a cielo abierto de Cerro de Pasco. Su objetivo es el reprocesamiento y remediación ambiental de los residuos mineros y la creación de oportunidades derivadas de la economía circular.
A día de hoy, a pesar de que el reprocesamiento de reservas y relaves sigue siendo parte integral de la identidad de CDPR, la compañía adquirió a finales de 2021 la mina Santander de Trevali Mining que, según el director ejecutivo Manuel Rodríguez-Mariátegui, proporcionará ingresos inmediatos a la compañía. La adquisición incluyó una mina subterránea, un molino de procesamiento de 2,000 toneladas por día, un molino de flotación de sulfuro convencional y la infraestructura asociada. Constituirá una oportunidad para CDPR para extender la vida útil de la mina. “Mirando hacia el futuro, CDPR planea adquirir más minas operativas para integrarlas a su cartera y complementar así su trabajo en relaves y reservas”, revela Rodríguez-Mariátegui.
Imagen cortesía de Cerro de Pasco Resources