La transición energética
La descarbonización global demanda muchos más minerales, pero también la reducción de emisiones de las propias operaciones mineras
El 4 de noviembre de 2016 supuso un momento trascendental en la historia de la humanidad, al entrar en vigor el Acuerdo de París, un tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante, que logró que los países del mundo se unieran en una causa común para emprender esfuerzos ambiciosos para combatir el cambio climático y adaptarse a sus efectos. Concretamente, se estableció el objetivo de limitar el calentamiento mundial a menos de 2 grados centígrados, preferiblemente a 1.5 grados centígrados. Para alcanzar este objetivo de temperatura a largo plazo, los países se propusieron frenar el máximo de emisiones de gases de efecto invernadero lo antes posible para lograr un planeta carbono neutral para mediados de siglo.
A nadie le debería sorprender el papel fundamental que va a jugar la minería en la transición hacia una economía global baja en carbono. Elementos como el cobre, el litio, el manganeso, el plomo o el zinc son de altísima relevancia para tecnologías de descarbonización como los vehículos eléctricos, paneles solares, aerogeneradores y sistemas eléctricos inteligentes. De hecho, según la Agencia Internacional de la Energía, para lograr los objetivos establecidos en el Acuerdo de París, se necesitarán cuatro veces más minerales para tecnologías energéticas antes de 2040. Una transición aún más rápida, para lograr la carbono neutralidad globalmente antes de 2050, requeriría seis veces más minerales en 2040 de los que hay actualmente.
Por tanto, países como Chile y Perú, que son productores del 40% del cobre en el mundo, se ven hoy ante el gran reto de incrementar su producción para hacer frente a la creciente demanda a nivel global. Así, la puesta en marcha de nuevos proyectos cupríferos es más importante que nunca.
En el Perú, el desarrollo del proyecto Quellaveco de Anglo American ha sido una excelente noticia para el país y para la futura oferta de cobre, ya que se espera que produzca una media anual de 300,000 toneladas de este metal durante los primeros 10 años de operación. De cualquier modo, si el mundo realmente quiere alcanzar las metas de carbono neutralidad que se ha propuesto para 2040, sería necesario poner en producción 60 nuevas minas de cobre del tamaño de Quellaveco antes de ese año, o lo que es lo mismo, tres al año.
“Está claro que no va a haber proyectos suficientes para la potencial demanda de cobre en el futuro cercano”, argumenta Adolfo Vera, presidente y CEO de Southern Peaks Mining. En efecto, el agotamiento de la base de recursos, la disminución de las leyes de mineral, el largo tiempo que lleva poner una mina en producción y los retos sociales a los que se enfrentan muchos proyectos, plantean serias preguntas sobre la posibilidad de lograr las metas climáticas que se han propuesto los gobiernos.
El caso de Southern Peaks Mining (SPM) es un ejemplo de los obstáculos a los que tienen que hacer frente las empresas mineras en el país. Su proyecto Ariana cuenta con los permisos, licencias y autorizaciones para entrar en construcción y operación, pero los retos sociales han llevado al proyecto a un proceso judicial. En este contexto, SPM ha estado analizando mejoras al proyecto, y una de ellas ha sido cambiar el método de disposición de relaves. Para ello, han contratado a varias empresas para hacer los estudios técnicos que permitan cambiar de relaves húmedos a relaves secos de última tecnología, así como para modificar su ubicación, alejándolos de las infraestructuras de agua que fueron el origen del problema judicial. “Si esta iniciativa se aprueba, constituiría una clara mejora ambiental y podría destrabar judicialmente los reclamos que hoy existen acerca de Ariana”, explica Vera.
Imagen cortesía de Engie
Aparte de ser un protagonista en el suministro de metales estratégicos para la descarbonización, el sector minero tiene en sí mismo la misión de limitar las emisiones de sus propias operaciones. Aunque la matriz energética de las minas peruanas es relativamente limpia, las minas son importantes consumidoras de combustible debido al uso de grandes camiones y otros equipos. Por tanto, la industria está siendo cada vez más consciente de la importancia de buscar soluciones innovadoras para reducir su impacto ambiental y aportar su grano de arena para la descarbonización global.
Como parte de ese esfuerzo, Quellaveco será la primera gran mina en el Perú en usar energía 100% renovable, proporcionada por ENGIE. Para ello, ambas partes han firmado un contrato de suministro PPA Verde de 15 años. “Para asegurar el consumo de energía verde, hemos construido un parque eólico llamado Punta Lomitas de 260 MW”, revela Rik de Buyserie, CEO de ENGIE Energía Perú. “Este parque no tiene ningún subsidio del gobierno y no conlleva ningún impuesto para los consumidores finales”, prosigue.
Hoy, Quellaveco está sirviendo como modelo para otras grandes empresas mineras del país, demostrando que es posible alimentar la operación minera a través de energías renovables en su totalidad. De Buyserie ilustra el cambio de paradigma: “Cuando empecé en mi cargo actual hace cuatro años, lo único que importaba a los clientes era el precio de la energía, y no existía interés por las renovables. Ahora, cuatro años después, las energías renovables y otras soluciones de descarbonización están al inicio de cualquier discusión”.
Además de utilizar energía 100% renovable, Quellaveco está poniendo el foco en reducir la huella de la gran maquinaria y los vehículos de carga, que son grandes consumidores de combustible y que presentan desafíos para su uso con baterías debido a su gran tamaño y peso. Para hacer frente a este reto, ENGIE no solo se está enfocando en el consumo de electricidad, sino que además está remplazando, por ejemplo, el diésel por soluciones eléctricas o de hidrógeno verde. “Con Quellaveco, también estamos desarrollando en el muelle de Ilo su sistema de transporte para evacuar el cobre en barcos de manera 100% eléctrica”, explica Rik de Buyserie.
Si bien Quellaveco nace directamente como una operación amigable con el medio ambiente, hay varias empresas en el Perú haciendo grandes esfuerzos por transformar sus operaciones para ser más sostenibles. Así, Minsur fue una de las primeras empresas del Perú en ingresar al Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM por sus siglas en inglés). En 2021 firmó un compromiso donde se alineó al Acuerdo de París para alcanzar cero emisiones netas de carbono en el año 2050 o antes.
La empresa está empezando a diseñar la hoja de ruta para lograrlo, evaluando iniciativas de alcance 1 y 2, sin desligarse del alcance 3. “Vamos a tener que transformar nuestras operaciones en todos los sentidos, desde el transporte al consumo directo de energía”, revela Gonzalo Quijandría, director de asuntos corporativos de Minsur.
De la necesidad de descarbonizar la industria minera hacia el 2050 y en línea con uno de los objetivos del ICMM y el Acuerdo de París, Sammi Clúster Minero Andino - una iniciativa impulsada por la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa y por el Banco de Desarrollo de América Latina - está trabajando en una hoja de ruta binacional para la implementación del hidrógeno verde en la minería de Perú y Chile. “Estamos trabajando en esta hoja de ruta junto con la Corporación Alta Ley, nuestros homólogos chilenos”, explica Daniel Escalante, gerente de Sammi.
Este proyecto arrancó en noviembre de 2021 y se espera que esté terminado durante 2022, siempre que se logre el financiamiento de las iniciativas más potentes para ir desarrollando proyectos en el sur del Perú y en el norte de Chile, que, de acuerdo con Escalante, es un espacio ideal para la generación de hidrógeno verde con costos muy bajos. “En Chile, el uso del hidrógeno verde está mucho más avanzado que en Perú, por lo que la hoja de ruta busca equiparar el camino de ambos países para después seguir de manera conjunta”, explica Escalante.
En definitiva, la industria minera se encuentra en un momento crítico, ya que se enfrenta al reto de suministrar los minerales necesarios para la descarbonización de la sociedad y, a la vez, de reducir significativamente su huella ambiental.
Imagen cortesía de Engie